martes, 1 de enero de 2013

Cofradía del Socorro

La Cofradía del Socorro se funda en 1691 por el Duque de Veragua tras una curación milagrosa. No es hasta el siglo XX, en su tercera etapa, cuando desfila por las calles más antiguas de Cartagena, haciéndolo en la madrugada del Viernes de Dolores.

El color distintivo de la Cofradía  del Santísimo y Real Cristo del Socorro es el negro. Su escudo es un corazón que abraza otros 33 de pequeñas dimensiones dentro de sí. Sobre éste, una cruz, una corona de espinas y unos clavos, todo ello rematado por una corona real e inscrito dentro del collar insigne del toisón de oro este mote: Ubi enim thesaurus vester est, ibi cor vestrum erit  (Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.  Lc. 12, 34)

No existen nazarenos como en las otras cofradías, siendo la túnica negra para los alumbrantes y portapasos de la Virgen, y morada para los alumbrantes y portapasos de la Cofradía y Cristo, respectivamente, todos con capuchón negro. Los hachotes son negros, rematados en su parte superior por un farol de cuatro caras, con cristal traslúcido, y en el interior del mismo una vela de cera natural.

Mucho antes de la fundación de esta cofradía, ya recibía culto el Cristo Moreno en la Catedral de Cartagena. De autor desconocido, aunque su autoría pueda deberse a Jerónimo Quijano, podría datarse con toda probabilidad del siglo XVI. La historia de esta imagen viene acompañada de una serie de leyendas, como la que nos habla que fue encontrado flotando corriente abajo por las aguas de un río del antiguo territorio de la Diócesis de Cartagena, siendo trasladado tras ello a nuestra vieja Catedral. Otras, en clara alusión a las tradiciones marineras de Cartagena, hablan del hallazgo del Cristo Moreno flotando en el mar en dirección a la costa (como la Virgen del Rosell), o aquella que señala su descubrimiento en las bodegas de un barco abandonado a la deriva. Otros, como Fray Pedro de Córdoba -lector de Sagrada Teología- dándole un mayor matiz celestial, señalaba en sus escritos su llegada a la ciudad “por las manos de los Ángeles”.

Por otro lado su marcado cromatismo cetrino no dejaría indiferente a nadie, consecuencia de las particularidades de la madera empleada en la talla y el progresivo oscurecimiento de ésta con el paso de los años. Todos estos factores, unido a la exposición continúa de la imagen a la iluminación de los cirios de su capilla, acelerarían dicha   tonalidad, haciéndole valer con el tiempo el sobrenombre popular de “Cristo Moreno”, desconociéndose asimismo la advocación inicial –si es que la tuvo- del también conocido como “Cristo Antiguo”.

Lo que sí nos consta es el aspecto tétrico y tenebroso que en ocasiones resultaba la contemplación de la imagen en la semioscuridad de su capilla, escena que con el tiempo dio lugar a otra curiosa tradición popular, aquella que hablaba que a la talla del Cristo Moreno le crecían las uñas, razón por la cual encontramos tras la Guerra Civil voces que hablaban de un supuesto respeto inicial al Titular de la Cofradía durante el fatídico 25 de julio de 1936 motivado por el miedo a la imagen.

Otros, incluso, aluden a la incredulidad de las turbas, quienes curiosas en comprobar si dicha leyenda era verdad, esperaron hasta septiembre para comprobar si al Crucificado le crecían sus uñas. Tropas venidas de fuera, sin el sentimiento de las tradiciones cartageneras que sí podían haber hecho mella en las crueles intenciones de destrucción, sin miramiento alguno destruyeron la imagen. Nos cuenta Casal (Revista General de Marina. Julio 1946): “La imagen –preciosa- fue quemada por los rojos de Albacete, porque, como la leyenda creía que a la imagen le crecían las uñas y la gente de allí le tenía miedo, nadie se atrevía a hacerlo.”

Limeres Paredes (2008), aludiendo a los testimonios orales de Jerónimo Martínez Montes, refiere que la devastación interna de la Catedral Antigua se realizaría el 2 de septiembre, hecho que terminaría de rematar el importante patrimonio catedralicio que en unos primeros momentos se había salvado de los trágicos acontecimientos del mes de julio. Siguiendo su lectura al irrumpir las milicias en el templo se procedería a la destrucción de los bienes patrimoniales que quedaban en pie, dirigiéndose algunos milicianos a la capilla del Duque de Veragua. Mientras algunos intentaban hacer derribar el retablo, uno de ellos, cartagenero y vecino de la calle Concepción, se dirigiría hacha en mano ante la imagen del Cristo Moreno, vociferando lo siguiente: “¿No eres el Cristo del Socorro? ¡Pues baja y sálvate a ti mismo!”. Tras ello, empezaría a descargar su ira sobre el Titular de la Cofradía, destrozándolo y tirando sus restos escaleras abajo por la calle.

Podemos constatar como en ocasiones, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI y concretamente durante la mañana de los Viernes Santo, el Cristo sería procesionado hacia el convento de San Ginés de la Jara. Rubio Paredes (1979), haciendo alusión a esta referencia, afirma que la salida desde la Catedral se realizaba con la primera luz del día junto con la imagen de Nuestra Señora de la Concepción, para más adelante hacer estación y acto de penitencia en dicho convento hasta la tarde, momento que de nuevo volvía a la ciudad.

Este Cristo era muy venerado por el pueblo cartagenero, participando en numerosas rogativas por agua (la primera salida constatada data de 1611), e incluso encontramos la tradicional bajada del Cristo Moreno todos los Viernes Santo desde la Catedral Antigua hasta la Plaza Mayor de la ciudad –o Plaza de Santa Catalina- para la celebración del llamado Sermón del Paso, más conocido como Sermón de las Siete Palabras.

Pese a no poderse constatar fehacientemente, todo apunta a pensar que durante sus estancias en Cartagena, Pedro Manuel Colón de Portugal, VII Duque de Veragua y Capitán General de las Galeras en España, y su familia se instalarían en la Casa Palacio de los Duques de Nájera (actuales Plaza San Ginés/Calle del Duque). No debemos olvidar que su madre, Doña Isabel de la Cueva, era Duquesa viuda de Nájera, por ello no es de extrañar su residencia en dicho edificio, propiedad de la citada Casa Ducal.

El origen fundacional de la Cofradía viene marcado por el “hecho portentoso” acaecido el 13 de marzo de 1689. Consciente de la gravedad de la sequía existente, un día antes, el Concejo de Cartagena reunido por segunda vez y en cabildo extraordinario, acordará -intercediendo a la voluntad divina- sacar en procesión al Cristo Moreno desde su capilla en la Catedral Antigua hasta el Convento de San Francisco, antiguo recinto donde se aplicaría una novena en rogativas de lluvias.

Partiendo por el atrio de Levante del recinto catedralicio, la solemne rogativa enfilaría por la allende denominada calle Nueva, en esos momentos ya conocida como del Gimero -o Himero- (actual Concepción), camino de la Plaza San Ginés. Lejos de ser idílica, esta emblemática calle presentaba el eterno problema de su empinada cuesta, haciendo penosa la subida y posterior bajada de los fieles que se aventuraban a visitar el templo. Un lugar donde a pesar de las múltiples quejas del cabildo eclesiástico nunca llegaba a hacerse efectivo la solución del problema.

El paso del cortejo es coincidente con la acuciante enfermedad que en esos momentos asola al pequeño Manuel, segundo hijo de los Duques de Veragua, de veintidós meses de edad. Completamente desahuciado, Pedro Manuel Colón de Portugal, agarrándose a la devoción, saldrá al encuentro del Vía Crucis, ya en las inmediaciones de su casa, implorando al Santo Cristo Moreno la curación de su hijo. El pueblo será testigo de este acto de Fe, presenciando con ello el lado más humano del Duque, cuyas sentidas palabras y el dolor de su familia no dejarán indiferente a nadie. Tras ello el cortejo proseguiría hasta la iglesia del Convento de San Francisco. A partir de aquel solemne momento, comenzó a iniciarse una notable mejoría que hizo desaparecer por completo el peligro del que estaba amenazado el niño.

Esto llevaría a Pedro Manuel a tomar la importante decisión de erigir sobre los terrenos de la antigua capilla del Cristo Moreno, en la  nave de la Epístola, una edificación más suntuosa, acorde a la nobleza del agradecido Duque y la creación de una Cofradía. Durante aproximadamente dos años y financiadas por el noble se extenderían las obras de la capilla del Duque de Veragua, joya barroca donde las haya de Cartagena.

Las Constituciones de esta neonata cofradía, las cuales aún se conservan, comienzan así: De la Ilustre Cofradía de la Hermandad de Cavalleros del Santisimo Christo del Socorro de la Ciudad de Cartagena, sita en la Iglesia Mayor de ella, en la nueva Capilla, que ha fundado el Excmo. Sr. Gran Almirante de las Indias, Adelantado Mayor de ellas, Duque de Veragua, y de la Vega, Marqués de Jamayca, Conde de Gelvez, y de Villamizar, Marqués de Villanueva del Ariscal, Señor de Torrequemada, y del Almuedano, Cavallero del Insigne Orden del Tuyson de oro, y Capitán General de las Galeras. Con licencia. Impresso en Murcia, por Vicente Llofriu, año de 1691.

Esta cofradía sería de carácter devocional y horizontal, admitiéndose sólo a nobles de la ciudad en un número máximo de treinta y tres Cofrades, en el qual numero no se han de considerar los Excelentissimons Señores Marqueses de los Velez, que es, ò fuere; los Generales de las Galeras que sucedieron à su Excelencia, permaneciendo en este Puerto, ni el Excelentissimo Señor Duque de Veragua que es, ò fuere; pues estas tres plazas se consideran fixas supernumerarias, y desde ahora concedidas por sus Casas, y puestos, para honor, y lustre de esta Cofradia; y en esta misma forma, y por estos motivos se podrá admitir por su persona á qualquiera de los Grandes Señores, que por su devoción quisieren entrar en esta Cofradia.

El título de Hermano Mayor de la Cofradía lo ostentará el Duque de Veragua y sus descendientes, dándose el caso de que una mujer fue Hermana Mayor a pesar de no poder ser hermana de número: Catalina Ventura Colón de Portugal y Ayala, IX Duquesa de Veragua, entre 1733 y 1739. Posteriormente, ante la ausencia de la figura del Hermano Mayor en Cartagena, se creará el nombramiento de “Teniente del Hermano Mayor”, que es quien hará las veces en los asuntos diarios de la Cofradía.

La ruina del templo, y por lo tanto de su capilla, marcan el final de esta cofradía, suponiendo que a finales de 1819 aún continuaba abierta. Con fecha 3 de enero del año 1821 se encuentra el último documento de la Cofradía conocido hasta el momento dentro de su Primera Época.

Todo lo que se encontraba en la Catedral se trasladó a Santa María de Gracia; se supone que el Cristo del Socorro recibiría culto junto con la Virgen de la Soledad de la Cofradía, ubicada en la Capilla de San Juan Nepomuceno.

Pasados los ecos de la Revolución Cantonal, vuelve a florecer el culto al Cristo del Socorro. Se produce la reapertura oficial de la Catedral el domingo 12 de diciembre de 1875. Por Manuel Marco (1877) localizamos una breve referencia del retablo de la capilla y su Titular: “La capilla y sobre todo el retablo del llamado Cristo Moreno son de bastante mérito en su género, aunque el retablo pertenece al estilo de decadencia conocido por borrominesco en Italia y churrigueresco en España… El citado Cristo Moreno es muy notable…”

El 8 de mayo de 1878 visita la Catedral el Obispo de Cartagena, Mariano Alguacil, comentando este paseo el diario El Eco de Cartagena: S.E.I. recorrió con detenimiento la parte de Iglesia que subsiste abierta al culto, fijándose muy particularmente en las capillas del Baptisterio, Cristo del Socorro, y de los Cuatro Santos, en la segunda de las cuales llamó mucho su atención los magníficos tapices que cuelgan de sus paredes (…)”.

Como se ve, se encontraban dados todos los pasos necesarios para reconstituir la Cofradía: la Capilla se encuentra abierta al público y existe el culto al Cristo Moreno. Se señalan con precisión los días 18 y 23 de febrero del año 1879 como las fechas en las que se celebraron las juntas que constituyeron los miembros de la ya casi oficializada Cofradía. La Iglesia Arciprestal de Santa María de Gracia, como heredera directa de la Catedral Antigua y máxima autoridad eclesiástica de la ciudad, estaría representada en la primera de estas juntas por su Arcipreste José Rizo López. En la Sala de Cabildos de la Capilla del Cristo Moreno  se constituiría el día 23 la primera junta de gobierno de la Hermandad en su Segunda Época. Ya la nobleza no se encontraría representada, su lugar lo ocuparía la burguesía, encabezada por el comerciante y antiguo Alcalde, Jaime Bosch y Moré, como Hermano Mayor. La Cofradía se abre al pueblo, aunque sigue siendo meramente devocional. 

Otra descripción del estado en que se encuentran tanto el Cristo como la capilla, a principios del siglo XX, nos lo da el Comisionado por el Ministerio de Instrucción Pública, el Teniente Coronel Manuel González Simancas, especialista en estudios arqueológicos, quien recorrería las provincias de Murcia, Alicante y Valencia con el fin de completar sus respectivos catálogos monumentales, publicados en la primera década del siglo XX. El texto dice así:

Capilla del Cristo Moreno. 804.- Se encuentra esta capilla, como la anterior, en el costado de la nave de la Epístola y ha conservado la ornamentación de yesería que decora el arco de ingreso con pilastras laterales (fot. 176), entablamento de metopas floreadas y coronamiento de profusas labores borrominescas y angelitos desnudos ostentando en el centro el escudo con las armas de la noble familia Colón, timbrado por la corona ducal y orlado con el Toisón. Bajo el arco, en lápida de mármol blanco, se lee la siguiente inscripción en caracteres incisos coloridos de negro: La obra de ese pórtico, como el retablo de la capilla (fot. 177), tallado en madera con pilastras y columnas del mismo estilo decadente, debió llevarse á cabo ya entrado el siglo XVII, y á propósito de las armas que lo ennoblecen escribe el Sr. Oliver (Op. Cit., p. 59): “La causa de encontrarse este escudo en el pórtico de la capilla del Snmo. Cristo del Socorro, es lo siguiente: D. Pedro Manuel Colón de Portugal de la Cueva y Enríquez, Gran Almirante de las Indias, Adelantado mayor de ellas, Duque de Veragua, de Vélez, etc., Caballero de la insigne orden del Toisón de oro, etc., etc., en 1691, últimos años del reinado de D. Carlos II, y siendo obispo de Cartagena –con residencia en Murcia- D. Antonio Medina Chacón Ponce de León, Obispo, Gobernador y Capitán General de la plaza de Ceuta, Obispo y Señor de Lugo, y después de Cartagena; queriendo dar mayor magnificencia á la catedral (Santa María), y deseando dar una muestra de agradecimiento al SSmo. Cristo Moreno por la salvación milagrosa de las galeras en los combates tenidos con los infieles en los alrededores de Orán, el piadoso Duque… pensó, y obtuvo permiso del Rdo. Obispo para engrandecer y decorar la capilla del Cristo Moreno, á la que por consejo de Fray Pedro de Córdoba, lector de Sagrada Teología de la orden de San Francisco, cambió el nombre y título de la cofradía “Ilustre cofradía de la Hermandad de Caballeros del Santísimo Cristo del Socorro de la M. N. y M. L. ciudad de Cartagena” ; constituyendo la hermandad treinta y tres hermanos de número –de aquí el nombre de los caballeros treinta y tres- sin contar los Excmos. Patronos Duques de Veragua y los hermanos Marqueses de los Vélez y Almirantes de las escuadras que en este puerto permanezcan: aún hoy sigue la asociación que cuenta de vida 195 años.”

805.- La capilla, de planta cuadrada que pasa á la circular por medio de pechinas en los ángulos, está cubierta por una cúpula hemisférica, reforzada con ocho aristones, que se apoya en un tambor circular donde abren los huecos de cuatro ventanas que dan luz al departamento. La ornamentación de las pechinas armoniza con la del pórtico y con las decoraciones del entablamento y pilastras que recuadran los muros laterales ocupados en toda su extensión por grandes tapices formados de tiras verticales bordadas (fot. 178) con sedas de brillantes colores sobre fondo oscuro figurando su repetido dibujo jarrones y complicada flora del mismo estilo decadente. Los paños, de más riqueza que buen gusto, tienen encima una guardamalleta de igual bordado y en el centro el escudo familiar aplicado.

806.- El Crucifijo, obra de poco valor artístico, es de tamaño natural, tallado en madera y encarnado con entonación oscura que le hace parecer más terrible que misericordioso y que sin duda motivó el nombre popular de Cristo Moreno. El camarín en que está colocado (fot. 179), en el centro del retablo, tiene un busto de la Dolorosa más bonito que hermoso, y cuatro ángeles de pequeño tamaño, esculturas en madera policromada, que en diferentes actitudes sostienen candeleros sobre altas peanas decoradas con tallas barrocas doradas como todo el altar. 

Los Hermanos Mayores de la Cofradía, en esta segunda época, son:

-      Jaime Bosch y Moré (1879-1905)
-      Vicente Monmeneu y López Reinoso (1905-1917)
-      Luis Angosto Lapizburú (1917-1922)
-      José Moya Quetcuti (1923-1936)

El final de esta época se diluye con el comienzo de la Guerra Civil, siendo fecha clave el 25 de julio, con el asalto de todos los templos de las diputaciones cartageneras. Martínez Leal (1993) señala que el movimiento anticlerical se iniciaría en nuestro casco histórico alrededor de las cuatro de la tarde. Durante este tiempo –alrededor de cuatro horas, según Casal- serían asaltadas las iglesias de Nuestra Señora de la Asunción (Catedral Antigua), Santa María de Gracia, Nuestra Señora del Carmen y el Sagrado Corazón de Jesús (San Diego). Tan sólo se salvarían del expolio la iglesia de la Caridad y la capilla del colegio de San Miguel, gracias a la intervención del consulado de Francia. Las autoridades locales del Frente Popular comisionarían al cronista Federico Casal, acompañado por catorce milicianos miembros de las Juventudes Comunistas y Socialistas, para que recuperara un número limitado de obras artísticas de los templos de la ciudad. De esta cofradía sólo se rescatarían los tapices del lateral derecho de la capilla del Cristo Moreno, los del lateral izquierdo habían desaparecido.

Tras esta incruenta guerra, la Catedral se encontraba en ruinas (“montón hoy de escombros”, según palabras de Federico Casal, Cronista de la Ciudad). En 1943, la Junta Parroquial de Santa María pretendió su reconstrucción, lo que resulta imposible debido a su cuantía. Se encuentran noticias de actividad en la Capilla del Cristo Moreno en 1945, encontrándose la capilla debidamente restaurada en 1956. En este mismo año se encargada un crucificado de serie de la casa “Arte Cristiano”, de la localidad gerundense de Olot, que llegó a salir en los primeros años de su tercera época como Cristo del Socorro.

Nuevos aires recorren la ciudad, y vuelve a surgir la idea de reconstituir, nuevamente, la Cofradía del Socorro. La idea comienza a germinar durante el verano de 1960, y empieza a gestarse en una reunión pro-resurgimiento de la “Hermandad del Santísimo y Real Cristo del Socorro” celebrada el día 4 de febrero de 1961. Esta tercera época será totalmente distinta, pasado de ser una cofradía devocional a una procesional, con una austeridad como identidad propia que la diferencia de las demás, con su salida en la madrugada del Viernes de Dolores, siendo la primera en la madrugada del 24 de marzo de 1961. No será hasta el día 20 de abril cuando la nueva Hermandad tenga su Hermano Mayor. Las nuevas Constituciones se firmarían el 11 de noviembre de dicho año. Los Hermanos Mayores de la Cofradía en esta tercera época han sido:

-       Jerónimo Pérez Hernández (Presidente de la Junta Gestora (1961)
-       José García Cervantes (1961-1964)
-       Juan Jorquera del Valle (1964-1983)
-       Lorenzo Blanco Escudero (1983-1987)
-       Fernando Navarro Mulero (1987-2003)
-       Manuel Martínez Guillén (2003-actualidad)

El Cristo que sacaban en procesión no era del gusto de los cofrades, por lo que se encarga una nueva escultura. Dicha obra se encargaría a Manuel Ardil Pagán, trabajando nueve meses en su realización. Este Cristo desfiló por primera vez el Viernes de Dolores de 1965, 9 de abril. Su coste fue de 60.000 pesetas, siendo la imagen del Cristo de talla en madera policromada, y sus medidas de 170 x 143 x 55 centímetros.

La gran novedad del Vía Crucis de 1978 es la incorporación de una talla de la Virgen, saliendo la imagen de la Soledad del Calvario que, saliendo del callejón de la Soledad, delante del cuadro que da nombre al mismo, y avanzando por la calle Cuatro Santos, se encontraría con el Cristo del Socorro en la plaza de San Ginés, en una especie de Encuentro.

Una vez superada esta innovación, se encarga en propiedad a Antonio Mengual, la imagen de la Soledad del Consuelo, que desfila por primera vez en 1979 con las andas de la Soledad del Calvario. Esta talla en madera policromada con enlienzado, tiene unas medidas de 165x45x40 centímetros. La imagen fue bendecida media hora antes de la salida de la procesión. Al igual que el año anterior, la Virgen, descendió las escaleras para salir desde el callejón de la Soledad, recorriendo la calle de los Cuatro Santos para salir al encuentro del Cristo, pasando delante la Soledad para iniciar el Vía Crucis ya unidos.

Oficialmente se constituye en el seno de la Cofradía la Agrupación de la Santísima Virgen de la Soledad del Consuelo, el día 17 de octubre de 1982, siendo sus presidentes:

-       Eduardo Vilar Rico (1982-1988)
-       Germán Parrado Pérez (1988-1992)
-       Domingo Andrés Bastida Martínez (1992-1995)
-       Juan Pedro García García (1995-2003)
-       Miguel Fernández Gómez (2003-2006)
-       Pedro Pablo de Jódar Bonilla (2006-2008)
-       Gabriel de Haro Málvarez (2008-2010)
-       José Luis Salmerón (2010-actualidad)

Se constituye en marzo de 1979 la Junta de Damas de la Cofradía del Cristo del Socorro, siendo su primera acción el correr con los gastos del trono de la Virgen, siendo su primera Presidenta doña María de la Concepción Gómez Ros.

La Cofradía del Socorro dio cabida a la denominada Hermandad y Cofradía de Apostolado y Penitencia de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia y María Santísima del Rosario en su Amargura, acogiéndola y ubicando su salida en la tarde noche del Viernes de Dolores, haciendo su primera salida en 1979. Esta vinculación duraría hasta la junta general celebrada el día 17 de octubre de 1982, en la que el Hermano Mayor expone la situación actual, integrándose las agrupaciones de San Juan y Cristo de la Sentencia en la Cofradía del Resucitado, la agrupación de la Virgen se queda en Santa Lucía, faltando por determinar lo que pasará con la agrupación del Cristo de la Misericordia. Pero esto es otra historia que acabaría, finalmente, en la Cofradía California.

Tras su muerte, la Cofradía solicita que le sea dado el nombre de “Plaza de Juan Jorquera” a la explanada existente a la salida de la Catedral Antigua, petición aprobada por el Ayuntamiento en marzo de 1985. Tras la desaparición de esta plaza por estar dentro del espacio del Teatro Romano, la Cofradía sigue homenajeando su memoria en un pequeño acto la tarde anterior a la salida del Vía Crucis, delante de su busto.

Con motivo del Año Santo Mariano, en 1988, sale en procesión, junto con las otras advocaciones marianas titulares, la Soledad del Consuelo a hombros en unas sencillas andas hechas ex profeso para tal efeméride.

En Cabildo General celebrado en marzo de 1990, los cofrades acordaron recuperar la medalla-emblema, realizada en fechas inmediatamente posteriores a la fundación de la Cofradía en 1691, que recoge la imagen del primitivo Cristo Moreno, con el emblema de la hermandad a sus pies, y en su reverso la entonces Patrona de Cartagena, Nuestra Señora del Rosell.

El Viernes de Dolores de 1997, 21 de marzo, último año en salir desde el interior de la Catedral. Este año estrena túnica la talla de la Virgen, volviendo a sus primeros colores, al ser la túnica y el manto negros. Para la salida de 1998 se habilitó un solar junto a las excavaciones del Teatro Romano, intentando salir siempre lo más cerca posible de la Catedral.

Nace el 24 de abril del año 1999 la Junta de Damas de la Agrupación de la Santísima Virgen de la Soledad del Consuelo.

La Agrupación del Santísimo Cristo del Socorro quedó oficialmente constituida en fecha 8 de febrero de 2000, siendo sus presidentes:

-       Jesús Egea García (Comisión Gestora, 2000-2002)
-       Javier Pavía Galán (2002-2004)
-       Francisco Javier Amorós Belmonte (2004-2012)
-       José Horacio García Marí (2012-actualidad)

En el año 2001, tras una serie de gestiones del Hermano Mayor, se consigue que el Ayuntamiento, representado por la Alcaldesa-Presidenta doña Pilar Barreiro Álvarez, ceda un espacio compuesto de despacho y sala para reuniones del edificio sito en la calle Gisbert, denominado “Escuelas Graduadas” y que es propiedad municipal. A partir del Miércoles de Ceniza del año 2004, las reuniones se celebran en la nueva sede, manteniéndose los Cabildos de Miércoles de Ceniza en el salón de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

En la Semana Santa del año 2003 sale por primera vez la talla de José Hernández Navarro, sedente, que sustituye a la anterior Soledad del Consuelo.

Celebró el 50º aniversario refundacional en el año 2011 con una exposición y un libro catálogo de la misma.

Un tambor sordo, el silencio, la austeridad y el recogimiento son señas de identidad de su discurrir por algunas de las más antiguas calles de la ciudad. Actualmente la organización y recorrido del Vía Crucis del Cristo del Socorro, es el siguiente:

Parte desde el lugar más próximo posible a su capilla en la Catedral Antigua. Su hora de salida es a las cuatro de la madrugada del Viernes de Dolores, precedido de la imposición de los escapularios a los hermanos que visten por primera vez la austera túnica de estameña de color morado de los alumbrantes, o la de portapasos de cualquiera de sus dos tronos, además de los hermanos de honor de ese año.

La encabeza el sudario de la Cofradía seguido de los alumbrantes que acompañan a la Virgen, dándose el caso único en esta tierra de que la Madre precede a su Hijo, trono de la Stma. Virgen de la Soledad del Consuelo portado a hombros por su agrupación, junta de Damas de ésta Agrupación; cruz tosca (cruz simple de madera sin pulir) de la Cofradía, colgando de ella los escapularios de los hermanos fallecidos a lo largo de ese año, dos filas de alumbrantes, Junta de Damas de la Cofradía,  Hermano Mayor, clero y hermanos de honor, trono del Cristo del Socorro portado por su Agrupación y escoltado por el Cuerpo de Bomberos de Cartagena.

Durante el recorrido se rezan las estaciones haciendo dos paradas penitenciales, la primera en la Iglesia de Santa María, con objeto de hacerle una ofrenda floral a la Stma. Virgen del Rosell, antigua Patrona de la Ciudad; y la segunda, a las seis de la mañana, para realizar la primera misa del día a la actual Patrona, la Stma. Virgen de la Caridad. Tras la misa, la procesión discurre normalmente hasta la plaza de San Ginés, en donde espera la Virgen para cantar la Salve y despedir a los fieles, recogiéndose la procesión sobre las ocho de la mañana.

El recorrido habitual de esta procesión es el siguiente: Calle de la Concepción, plaza de San Ginés, San Francisco, Campos, San Miguel, Aire a Iglesia de Santa María, continuando por Aire, plaza San Sebastián, Honda, plaza San Francisco por su lado norte, Arco de la Caridad, San Vicente, plaza del Sevillano, Serreta, plaza de la Serreta a la Iglesia de la Caridad, reanudándose la procesión al finalizar la misa por las calles Caridad, plaza de Risueño, Duque, plaza de San Ginés y Concepción, recogiéndose sobre las ocho de la mañana.

La Cofradía ha sido protagonista del cartel de la Semana Santa de Cartagena en las siguientes ocasiones: 1991, 1994, 2000 y 2009.

Bibliografía de la Cofradía:
-       La Casa Ducal de Veragua y la Cofradía del Cristo del Socorro de Cartagena
-       Cofradía del Cristo del Socorro. Trescientos años (1691-1991)
-      El sueño de Juan Jorquera: 25 años de presencia de la Soledad del Consuelo en el Vía Crucis del Cristo del Socorro
-       Treinta y tres Corazones. Historia de la Ilustre Cofradía del Santísimo y Real Cristo del Socorro de la Ciudad de Cartagena
-       Essentia Nostra
-       Revista “Desde la Catedral”
-       Revista “Vía Crucis”

Estaciones del Vía Crucis
Por el capellán de la Cofradía, Fulgencio Izquierdo Ortuño, es realizado y estrenado en la procesión de 1987, el nuevo orden de las estaciones del Vía Crucis, que han llegado hasta nuestro tiempo casi sin modificación alguna.

Primera estación Jesús es condenado a muerte
Del evangelio de San Marcos (15,6-15): "En la fiesta de Pascua, Pilato concedía la libertad a un preso, el que la gente le pedía. Había entonces uno llamado­ Barrabás, que, junto con otros sediciosos, había cometido un ase­sinato en un motín. Cuando llegó la gente y se puso a pedir a Pilato que hiciera como tenía por costumbre, Pilato les contes­tó:
-¿Queréis que os ponga en libertad al rey de los judíos?
Pues se daba cuenta de que los jefes de los sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero éstos incitaron a la gen­te para que les soltara a Barrabás. Pilato les preguntó enton­ces:
-¿Y qué queréis que haga con el que llamáis rey de los judíos?
Ellos gritaron: - ¡Crucifícale!
Pilato preguntó; -Pues, ¿cuál es su delito?
Pero ellos gritaban más y más: -¡Crucifícale!
Entonces Pilato, queriendo quedar bien con la gente, orde­nó que pusieran en libertad a Barrabás, y que a Jesús le azotaran y le crucificaran."
Otra vez hemos: condenado al inocente, a tantos inocentes... Porque es más fácil condenar que comprender, más cómodo rechazar que compartir, menos comprometido callar que defender. Condenamos al inocente que no tiene defensor: al pobre, al hambriento, al niño, al que no es como nosotros.
Y en cada inocente condenado condenamos a Jesús a morir en la cruz, en la cruz del desprecio, en la cruz del hambre, en la cruz del abandono, en la cruz de la indiferencia. Por tu inicua condena, Señor del Socorro, enséñanos a defender y a no callar, a compartir y a no rechazar, a comprender y a no condenar.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Segunda estación Jesús carga con la cruz
Del evangelio de San Juan (19,16-17): "Pilato se lo entregó para que lo crucificasen. A partir de este momento, Jesús quedó en manos de los judíos. Llevando su propia cruz, salió fuera de la ciudad hacia un lugar llamado "La calavera", que en la lengua de los judíos se dice "Gólgota".
Jesús carga con la cruz que no es su cruz, sino mi cruz, la cruz que lleva a la muerte, la cruz de mis egoísmos, de mis injusticias, de mis pecados, para que así yo pueda llevar la suya, la cruz que lleva a la vida, la cruz de mi tristeza, de mi enfermedad, de mi soledad. Por la fuerza de tu cruz, haz, Señor del Socorro, que nuestra cruz, si nos pesa, nos levante, si nos hiere, nos consuele, y, si nos duele, nos salve.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Tercera estación Jesús cae por primera vez
Del Profeta Isaías (53, 2b-3): "Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres como un hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se tapa uno la cara, despreciado y desestimado.
La cruz de Jesús no es una cruz de adorno, no es una cruz de Procesión. Es una cruz de tormento, de sufrimiento y de muerte. Y pesa, y le aplasta en la tierra. Y yo le añado peso sobre peso con mis injusticias y mis desprecios y mis faltas de amor a los hermanos. Por el peso terrible de tu Cruz, líbrame, Señor del Socorro, del terrible peso de mis pecados.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Cuarta estación Jesús encuentra a su Madre
Del evangelio de San Juan (19,25-27): "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María la mujer de Cleofás que era hermana de su madre, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y, junto a ella, al discípulo a quien tanto quería, dijo a su madre:
-Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Después dijo al discípulo:
-Ahí tienes a tu madre.
Y, desde aquel momento, el discípulo la acogió en su casa."
No basta con que la Madre sepa que el Hijo va a morir: tiene que verlo sufrir, paso a paso, tiene que tragar con Él, trago a trago, el dolor y la agonía. Y en el camino hasta el fin se encuentran dos miradas, dos corazones, dos sufrimientos. Para el dolor no hay consuelo, pero sí hay consuelo para el amor: Porque los dos saben que el amor es más fuerte que la pena, y los dos sienten que el amor es más fuerte que el dolor, y los dos viven que el amor es más fuerte que la muerte.
Haz, Señor del Socorro, que en el camino de nuestra cruz encontremos siempre el amor de tu Madre y nuestra Madre.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Quinta estación El cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Del evangelio de San Marcos (15,21) "Por el camino encontraron a un hombre que volvía del campo, un tal Simón, natural de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, y le obligaron a cargar con la cruz de Jesús."
Pobre Simón, obligado a cargar con una cruz que no es la suya. Pobre Simón de Cirene que, llevando la cruz de Jesús, lo que está llevando es la cruz de todos nosotros. Pobres Cirineos de todos los tiempos cargando con los sufrimientos de los que están solos de los sin consuelo de los que no tienen valedor.
Y, sin embargo, Feliz Simón, porque compartió la cruz de Jesús, que es salvación. Feliz Simón de Cirene, porque cargó nuestra cruz y nos abrió a todos las puertas de la vida. Felices Cirineos de todos los tiempos, los que escuchan, los que consuelan, los que ayudan, porque suyo es el amor y la paz y la esperanza del mundo.
Sé tú, Señor del Socorro, nuestro Cirineo cuando no podamos soportar la cruz de nuestra vida, y que nosotros sepamos ser cirineos de nuestros hermanos.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Sexta estación La Verónica enjuga el rostro de Jesús
Del Profeta Isaías (53,2-3a): "Como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres."
Una mujer del pueblo limpia el rostro de Jesús.       Y en el paño y en sus pupilas y en su corazón, se lleva el "Vero Icono", el auténtico rostro de Jesús; el rostro sudoroso, arañado, sangrante, de Jesús. Pero aún quedan rostros sudorosos, arañados, sangrantes, de otros Jesús; el Jesús hambriento, el Jesús enfermo, el Jesús perseguido, el Jesús preso, el Jesús torturado...
Haz, Señor del Socorro, que nosotros seamos esa mujer -o ese hombre- del pueblo, dispuestos a enjugar tanto sudor, tanta lágrima, tanta sangre, y así nos llevemos tu "Vero Icono", tu auténtico rostro, en las manos, en las pupilas y en el corazón.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Séptima estación Jesús cae por segunda vez
Del profeta Isaías (53,4-5): "Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros le estimamos leproso, herido de Dios y humillado. Pero Él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre Él, sus cicatrices nos curaron."
Otra vez ha vuelto a tropezar y a caer. Y es que el camino es largo y mucho el cansancio y el miedo de llegar al fin. Pero se levanta y marca, paso tras paso, el camino vacilante hasta el Calvario. Sin ceder a la tentación de abandonar, de dejarlo todo, de quedarse caído.
Por tus caídas, Señor del Socorro, ten paciencia con nuestras caídas, con nuestros cansancios, con nuestras ganas de dejarlo todo, de quedarnos caídos, y ayúdanos a levantarnos, a mantener nuestra débil esperanza. Porque sólo avanzando contigo, paso a paso, hasta el Calvario, es como habremos vencido.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Octava estación Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Del evangelio de Lucas (23,27-31): "Detrás iba también mucha gente del pueblo y mujeres que lloraban, y se lamentaban. Jesús, en cierto momento, se volvió a ellas y les dijo:
-Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mi; llorad, más bien, por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque vienen días en que se dirá: "¡Felices las estériles, los vientres que no conci­bieren y los pechos que no criaron!". La gente comenzará, entonces a decir a las montañas: "¡Caed sobre nosotros!"; y a las colinas: "¡Sepultadnos!". Porque si al árbol verde le hacen esto, ¿qué no le harán al seco?".
Él es el condenado, camino del suplicio. Él es el sentenciado, que arrastra su vida camino de la muerte. Él es el triste, que necesita consuelo. Pero no quiere que lloren por Él, no por su suplicio, sino por nuestros pecados; no por su muerte, sino por nuestra vida equivo­cada; no por su tristeza, sino por nuestro negro corazón.
Él es el condenado y nos libra de nuestra condena. Él es el sentenciado y anula nuestra sentencia. Él es el triste y es la causa de toda la alegría. Enséñanos, Señor del Socorro, a llorar no por ti, sino por nosotros; porque nuestro egoísmo, nuestra indiferencia, nuestra pasividad, son causa de tanta tristeza, de tanto dolor, de tanta muerte.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Novena estación Jesús cae por tercera vez
Del profeta Isaías (53, 6-8): "Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Dios descargó sobre Él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido y Él se humilló y no abrió la boca. Fue llevado como un cordero al matadero, y no abrió la boca, como oveja, muda ante los que la trasquilan. Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de su causa ¿quién se preocupa?".
Otra vez en el suelo, otra vez las piedras despellejando sus manos y abriendo surcos de sangre en sus rodillas. La cruz está ya muy cerca, a la vista: la hora de morir, la hora de la verdad, en la que no caben mentiras ni disimulos. ¿Ha valido la pena? Tres años hablando de amor, de paz, de perdón; curando a los enfermos, resucitando muertos, haciendo el bien a todos. Y ahora nadie le tiende una mano para levantarle del suelo. ¿Valió la pena?
Señor del Socorro, danos tu luz y tu esperanza para que entendamos que, a pesar de las caídas, de los fracasos, del dolor, nuestra vida vale la pena, vale la pena amar y perdonar.          
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo y te bendecimos. Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Décima estación Jesús es despojado de sus vestiduras
Del evangelio de Juan (19,23-24): "Los soldados, una vez que terminaron de crucificar a Jesús, se quedaron con sus ropas y las repartieron en cuatro lotes, uno para cada uno. Aparte dejaron la túnica. Como era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba a abajo, llegaron a este acuerdo:
-No debemos partirla; lo que procede es sortearla para ver a quien le toca.
Así se cumplió el pasaje de la Escritura que dice: "Dividieron entre ellos mis ropas­, y echaron a suertes mi túnica "
Esto fue exactamente lo que hicieron los soldados. Antes de quitarle la vida, le quitan la ropa… Y con la ropa le quitan la dignidad, el derecho a morir como un hombre. Le dejan desnudo como un gusano, vestido sólo de sangre y salivazos, mientras se ríen de Él los impotentes y los cobardes. Ya no tiene nada, ni siquiera dignidad. En tantos espacios de nuestra tierra, hay otros Cristos que no tienen pan, ni trabajo, ni esperanza; ni siquiera dignidad; y a nosotros no sobra indiferencia, egoísmo, cobardía.
Señor del Socorro, que sepamos dar a los demás el pan, el dinero, la esperanza, y puedas Tú decirnos algún día: "Venid benditos de mi Padre, porque estuve desnudo y me vestisteis, y me devolvisteis mi dignidad de ser humano".
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste mundo.

Undécima estación Jesús es clavado en la cruz
Del evangelio de San Juan (19,17-19): "Llevando su propia cruz, salió fuera de la ciudad hacia un lugar llamado "La Calavera" (que en la lengua de los judíos se dice "Gólgota"). Allí le crucificaron, y con Él crucificaron tam­bién a otros dos, uno a cada lado de Jesús. Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero con esta inscripción; "Jesús de Nazaret, rey de los judíos."
Le han clavado las manos y ya no puede acariciar a los niños. Le han clavado los pies y ya no puede caminar nuestros caminos. Le han tapado la boca con hiel y vinagre y ya no puede curar ni bendecir. Era molesto, se metía en demasiadas cosas. Quería cambiar nuestra vida. Está mejor así: clavado, inmóvil. Pero aún le queda un corazón; ése no se lo pueden clavar porque se va a morir solo, perdonando.
Señor del Socorro, clávate en nuestra vida. Que no podamos desclavarte y así transformes nuestro corazón y lo hagas como el tuyo: que nadie lo pueda clavar y esté siempre libre para amar y perdonar.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Duodécima estación Jesús muere en la cruz
Del evangelio de San Marcos (15,33-39):    "Al llegar el mediodía, toda aquella tierra quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde. A las tres, Jesús gritó con fuerza: "Eloí, Eloí, ¿lemá sabaqtaní?" (que significa "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?").
Algunos de los que estaban allí dijeron al oírle:
-Mira, éste llama a Elías.
Uno de ellos fue corriendo a empapar una esponja en vinagre, y con una caña se la acercó a Jesús para que bebiera, di­ciendo:
-Dejad, a ver si viene Elías a salvarle.
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, murió. Entonces la cortina del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El coman­dante de la guardia, que estaba frente a Jesús, al ver cómo había muerto, dijo:
-¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!"
"Todo se ha consumado"
Ha llegado el fin. Ya no hay más. Ya no hay nada: Tan sólo el cadáver de uno que ha muerto abandonado, fracasado y solo. Y, sin embargo... Ahora es más nuestro que nunca, porque ahora sabe lo que es nuestra, muerte y nuestro fracaso. Y nuestra soledad. Y en él viven ahora todas nuestras muertes y en esa muerte anida toda la esperanza de nuestra inmortalidad.
Pon, Señor del Socorro, nuestra vida junto a tu muerte, para que así, junto a nuestra muerte esté tu vida.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Decimotercera estación Jesús es puesto en brazos de su Madre
De los evangelios de Juan (19,25) y Marcos (15,46): "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y María Magdalena. (José de Arimatea) lo bajó de la cruz y lo envolvió en una sábana que había comprado".
Para nosotros, Jesús es el Hijo de Dios. Para Ella, Jesús es el hijo de sus entrañas, su único hijo, el más bueno de los hijos, por el que toda su vida había valido la pena. Ahora lo tiene en sus brazos, ensangrentado, escupido, muerto. ¿Qué pensaría entonces María, si es que aún podía pensar? Y, como en un eco lejano, nos llega todavía su voz: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra".
María de la Soledad, enséñanos a aceptar la voluntad de Dios, en las horas de gozo y en las horas de dolor, en la salud, en la amistad, en la prosperidad, en la enfermedad, en la soledad, en la pobreza. Hágase en nosotros, también, su palabra.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Decimocuarta estación Jesús es sepultado
Del evangelio de Marcos (15,46b): "(José de Arimatea) lo puso en un sepulcro excavado en la roca. Después hizo rodar una piedra, cerrando con ella la entrada del sepulcro."
Se ha sembrado la semilla, se ha cubierto el surco, se ha regado la tierra. Ahora sólo queda esperar: esperar que del fracaso brote el triunfo y de la cruz brote la victoria y de la muerte brote la vida. Esperar en el silencio, en la oscuridad, en la incertidumbre, porque el amor es más potente que el fracaso y más fuerte que la soledad y más poderoso que la muerte.
Señor del Socorro, haz que en nuestras horas de dolor y de fracaso y de tristeza, sepamos esperar en Ti que has vencido a la muerte y nos has abierto las puertas del gozo, del triunfo y de la vida.
Padre Nuestro.
-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

1 comentario:

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