Isaac Peral y Caballero (1851-1895), militar, científico e inventor,
su submarino revolucionó la navegación subacuática. Su prototipo se encuentra
expuesto en su ciudad natal.
Isaac Peral y
Caballero nació el 1 de junio de
1851 en la ciudad de Cartagena, más concretamente en el callejón de Zorrilla,
en el Casco Histórico de dicha Ciudad, en donde una placa recuerda su memoria
en el edificio en donde nació. Hijo de Juan
Manuel Peral Torres e Isabel Caballero Díaz, fue el mediano de los hermanos;
Pedro, nacido en 1849, y Manuel, en 1862. Todos ellos ingresaron en la Real
Armada, siguiendo los pasos de su padre en la milicia.
El 9 de
enero de 1860 mandó su
madre una solicitud a la soberana Isabel II, la cual concedió al
joven Isaac, de tan sólo ocho años, el título de aspirante de marina y a
utilizar el uniforme de la corporación, con el compromiso firme de ingresar en
la Escuela Naval en cuanto alcanzara la edad pertinente.
El 1 de
julio de 1865 pasó el examen de acceso al Colegio Naval
Militar de San Fernando, donde comenzó sus estudios, aplicándose por entero a
la aritmética de Serret, la geometría de Rouché y Comberousse y al álgebra de
Briot. El 26 de diciembre de 1866 se le dio el grado de Guardiamarina de
segunda clase. Además, estudió la construcción naval, maniobra, pilotaje,
astronomía, historia naval, historia de España, mecánica, física y máquinas de
vapor.
Embarcó en la corbeta “Villa
de Bilbao”, siendo su primer destino, el 21 de enero de 1867; este mismo año todos los
guardiamarinas recibieron la orden de transbordar a la urca “Santa María”,
un navío muy robusto preparado para largas navegaciones de altura a pesar de
sus muchos años de servicio. En 1869 ascendió a Alférez de Navío.
Participó en la Guerra de Cuba en 1872, a bordo del buque 'Comillas' que
partió para sofocar una insurrección anticolonial de la isla. Supo al llegar
que su padre había muerto en combate en esa posesión española y cuentan que él
mismo se enfrentó con espada a un ciudadano cubano que había insultado a su
Patria. Dos años más tarde regresó de la isla a bordo del cañonero 'El Dardo',
habiendo conquistado la Cruz del Mérito Naval con distintivo rojo por el
valor demostrado.
Al regresar a España, fue enviado a combatir en la Tercera Guerra
Carlista, en un intento de poner a su candidato en el trono español. Así, en 1875 se
embarcaba en la goleta “Sirena” con rumbo al Mar Cantábrico, participando en el
bloqueo y bombardeo de Elanchove y Bermeo. Estas luchas peninsulares también le
valieron a Peral el reconocimiento de sus superiores por su valentía. Terminada
la guerra, Isaac Peral fue nombrado instructor de guardiamarinas en la fragata
“Blanca” y en la “Numancia”, iniciando la experiencia docente en 1875,
demostrando una vocación profunda por el saber
y la investigación. En este
tiempo Peral publicó su primer escrito, el “Tratado teórico-práctico sobre los huracanes”.
Por este trabajo científico le fue otorgada la Cruz de Primera Clase de la
Orden del Mérito Naval en 1877.
Durante toda su carrera militar en la Marina, el ideal de Isaac Peral
había sido resolver el problema de la defensa de la nación frente a las
modernas máquinas de guerra con que contaban otros países. Su invento era, en
efecto, el arma de guerra perfecta. Nada
tiene que ver su idea con la de Narciso Monturiol, creador de un sumergible de
madera.
En 1876 contrajo
matrimonio en Cádiz con María del Carmen Cencio, hija de médico de la Armada,
teniendo nueve hijos, aunque cuatro de ellos fallecieron de pequeños.
En 1880, ya como Teniente de Navío, es
destinado a Cartagena para embarcarse en una de sus misiones rumbo a Filipinas,
estando al mando del cañonero de Cavite, ciudad en el puerto de Filipinas,
realizando misiones de vigilancia y control. Allí fue jefe del Detalle de
Ingenieros y miembro de las Comisión Hidrográfica, trabajando en el
levantamiento de los planos del canal de Simanalés, avanzando en la cartografía
de las islas. Un giro del destino hace que un barbero le realice, de forma
accidental, una herida muy considerable en la sien, un corte profundo en una
verruga que fue el origen de un tumor cerebral. A causa de esta enfermedad, se
vio obligado a abandonar los viajes y asentarse en Cádiz, donde se dedicó desde
1882 a la docencia en la nueva Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada,
haciéndose cargo de la cátedra de Física-Matemáticas en el Observatorio de San
Fernando, aprovechando para dedicarse a desarrollar su idea de un submarino
propulsado eléctricamente y que incorporaba un sistema para disparar torpedos
bajo el mar. Había prestado servicio en 32 buques diferentes.
Se encuentra
plasmada la idea del submarino en unas cuartillas firmadas por su autor y
tituladas "Proyecto de Torpedero Submarino" fechadas el 20 de
septiembre de 1884, habiéndose
convertido en este tiempo docente en un experto en acumuladores eléctricos y
estaba trabajando en la
aplicación de este sistema para desarrollar una máquina de ataque militar en
inmersión.
En 1885 España
es amenazada por la presencia alemana en las Islas Carolinas, donde llegó el
acorazado germano "Iltis" con intención de izar su bandera,
arrebatando este archipiélago a
España. Peral decidió hacer públicas las ideas que tenía para revolucionar el sistema de defensa
español, con su torpedero submarino, resuelto
definitivamente el reto de la navegación submarina. Tras un riguroso análisis
de su proyecto por los más cualificados científicos de la Escuela de
Ampliación, los ilustres matemáticos Cecilio Pujazón y Juan
Viniegra, éstos dieron su
aprobación para que fuese trasladado al entonces ministro de Marina, Almirante
Pezuela, quien recibió el proyecto con caluroso entusiasmo. Por desgracia, los
sucesivos ministros que le sucedieron, demostraron indiferencia o abierta
hostilidad (Almirantes Rodríguez de Arias y Beránger). El apoyo fue unánime, y ese mismo año
comenzó a trabajar en las bases del gran invento. Recibió
un primer presupuesto de 5.000 pesetas y se ocupó personalmente de viajar para
adquirir en el extranjero los materiales que no encontraba en España: aparatos
ópticos en París; accesorios y torpedos en Berlín; acumuladores en Bruselas; y
aceros, motores eléctricos, hélices y tubos lanzatorpedos en Londres.
En ese proceso, el presupuesto inicial debió ser elevado varias
veces, a medida que se iban montando las diferentes partes, hasta llegar a
completar casi 300.000 pesetas. En el armado hicieron falta una gran cantidad
de baterías de acumuladores, tres dinamos, dos motores de 30 CV, un tubo
lanzatorpedos y otros elementos, además del metal para construir el casco, que
tenía casi 22 metros de eslora. Esta parte de la construcción del submarino se
inició en 1887. Haciendo cifras,
se presupuestó en 301.500 ptas., según Peral su costo fue de 457.772,08 ptas.,
y según las cifras oficiales costó 931.154,46 ptas.
El 8 de
septiembre de 1888, gracias al apoyo de la Reina Regente Dª María
Cristina, el submarino fue finalmente botado en el Arsenal de La Carraca,
Cádiz. El buque, con casco de acero, medía 22 metros de eslora, 2,76 de puntal,
2,87 de manga y desplazaba 77 toneladas en superficie y 85 en inmersión. Tenía
una torreta en el centro, donde se ubicaban las escotillas de entrada al
submarino. Su interior estaba pintado de color blanco y el exterior de color
gris. Incorporaba, además, un moderno periscopio con corredera eléctrica y un
gran número de pequeños detalles con los que Isaac iba resolviendo las
dificultades de viajar bajo el agua, como la provisión de oxígeno (regenerando
el aire por medio de un motor eléctrico) o el empañado de los cristales. En el
interior se encontraba el puesto del timonel y la caseta de derrota, ambos
preparados para ser maniobrados por dos hombres. El pasillo que recorría el
submarino de proa a popa estaba pintado de blanco e iluminado por la luz
eléctrica de las bombillas. En paredes y techo había cajetines de madera de
color ocre que cubrían la canalización de las conducciones eléctricas. El suelo
se forró con una alfombra de goma que actuaba como aislante de la electricidad
que envolvía la nave.
La propulsión se
obtenía de dos motores eléctricos de 30 caballos cada uno; la energía la
suministraba una batería de 613 elementos. Incorporaba además un tubo
lanzatorpedos, tres torpedos, periscopio,
un sofisticado "aparato de profundidades", que permitía al submarino
navegar en inmersión a la cota de profundidad deseada por su comandante y
mantener el trimado (estabilidad) del buque en todo momento, incluso tras el
lanzamiento de los torpedos, a partir de un doble sistema de hélices. Y todos
los mecanismos necesarios para navegar en inmersión hacia el rumbo prefijado.
Las pruebas
oficiales se desarrollaron a lo largo de 1889 y 1890, pese a los
inconvenientes como la no autorización del permiso
para efectuar la prueba clave y más elocuente que había solicitado el propio
inventor: atravesar sumergido el estrecho de Gibraltar, desde Algeciras hasta Ceuta. A pesar de lo cual,
demostró en las pruebas que se verificaron que podía navegar en inmersión a la
voluntad de su comandante, con el destino, rumbo y cota predefinidas y en mar
abierto. Además, demostró que podía atacar, sin ser visto, a cualquier buque de
superficie. La Comisión Técnica nombrada al efecto avaló el éxito de las
pruebas del primer submarino de la historia. Sin embargo, oscuros intereses
nunca aclarados motivaron que las autoridades del momento desecharan el invento
y alentaran una campaña de desprestigio y vilipendio contra la persona del
inventor, al cual no le quedó más remedio que solicitar la baja en la Marina e
intentar aclarar a la opinión pública la verdad de lo sucedido. Una hipótesis
que puede aclarar esta oposición es la candidatura de Peral a Diputado por el Puerto de
Santa María de Cádiz, a la que se presentaría también el hijo del ministro José
María Berenguer.
A finales de 1890, la Armada dictaminó la anulación del proyecto
del submarino y también su desguace. El nuevo ministro de Marina, Cánovas del
Castillo, debió ejecutar el dictamen de su predecesor y enemigo de Peral, José
María Berenger, quien pedía a Peral entregar toda la maquinaria de
funcionamiento de la nave, la que se terminó de extraer en 1892. Como
agradecimiento a su gesta, la
Marina le concedió la medalla del Mérito Naval con distintivo rojo por la
valentía con que asumió las pruebas.
El 5 de
noviembre de 1891 se licencia del servicio, tras 26 años, y es
operado de cáncer en Madrid, en donde se establece. Trabajó
un tiempo para una empresa alemana de electricidad, hasta que fundó su propia
compañía “Centro Industrial y de Consultas Electro-Mecánicas”, y más tarde, el
2 de agosto de 1893, la “Electra
Peral-Zaragozana”. Desde ellas, el científico Isaac prosiguió poniendo sus
conocimientos en práctica, con nuevos e ingeniosos inventos, como un ascensor
eléctrico (patentes nº 12.073 y nº 12.837) y el prototipo de la ametralladora
eléctrica, que fue usada después en la Primera Guerra Mundial, y que no llegó a
registrar en España. También había dejado trazadas las primeras centrales
eléctricas de España, y sus inventos eran solicitados desde el extranjero.
Entre sus patentes se encuentran el acumulador eléctrico (patentes nº 7.073, nº
7.079 y nº 10.582) y el varadero de embarcaciones para torpederos (patente nº
7.503), premiado con una medalla de oro en la Exposición Universal de Barcelona
en 1888. También, en relación con
los inventos ideados para el submarino, Peral fabricó un proyector de luz
(patente nº 7.975).
Se le impide
publicar su "Manifiesto" en ningún medio de comunicación, en el cual
intentaba defenderse y limpiar su nombre, consiguiéndolo en un periódico
satírico llamado "El Matute", tras costeárselo él mismo.
Isaac Peral era
todo un personaje en su tiempo, demostrado en una obrita, estrenada en 1895 en
El Puerto de Santa María, señalando
la Revista Portuense escenas de verdadera gracia y vis cómica, entre ellas
la de la Electra Peral Portuense, personaje que tenía en sus manos un tridente,
en cuyas puntas lucían tres lámparas eléctricas de diversos colores. El
personaje femenino, en un sentido homenaje al que fuera candidato a diputado
por la ciudad, declamaba:
Yo soy la luz eléctrica, señores,
la que más se asemeja a la del día;
la que en esta ciudad de Andalucía,
de la ciencia derrama resplandores.
No hay nadie que me mire y no se asombre
en este siglo lleno de portentos:
soy el no más allá de los inventos,
la última prueba del saber del hombre.
Por más que mis ventajas se disputan
cuantos aman la ciencia y el progreso,
víctimas del obscuro retroceso
pocos pueblos de España me disfrutan.
Cabe al Puerto el honor de que él ha sido
uno de los primeros que ha gozado
las ventajas de llevar este alumbrado;
y este honor se lo tiene merecido.
Pues digno de mejoras y de honores
es todo pueblo noble y patriota;
todo pueblo que lucha hasta ver rota
la red en que le envuelven sus traidores.
Y El Puerto, en lucha atroz por la justicia,
la razón, la verdad y el patriotismo,
triunfó de la coacción y el egoísmo,
de la envidia, la saña y la malicia.
Recompensa, no más, a su hidalguía
aquel por quien luchó le ha dispensado,
y si el éxito hubiese coronado
su justa aspiración, más le daría.
Invento que honra el siglo XIX
¿sabéis por quién lo tiene El Puerto?
¿Quién lo instaló con tan notable acierto?
¿Sabéis mejora tal a quién se debe?
Al sabio que hoy admira el mundo entero;
al español hidalgo, genuino;
al ilustre, al patriota, al gran marino
don Isaac Peral y Caballero.
El 4 de mayo de 1895 Isaac
Peral se traslada a Berlín (Alemania) para ser operado nuevamente del cáncer
cerebral, viajando con su mujer y dos de sus hijos para una intervención de
urgencia, pero un descuido en las curas le produce una meningitis que acaba
finalmente con su vida el día 22 de mayo, con tan sólo 43 años. Los restos de
Peral son trasladados a Madrid, donde son enterrados el día 29 de mayo de 1895,
en el cementerio de la Almudena. Ese mismo año se le pretende hacer justicia con una
iniciativa gaditana de llevarlos al Panteón de Marinos Ilustres, a lo que se
negó su familia. En 1917 la Armada Española se vuelve a acordar
de Isaac Peral dándole su nombre al primer submarino operativo.
Desde un
periódico cartagenero, a iniciativa de su propietario Manuel Dorda y Mesa, presentó
la idea de que su ciudad natal acogiera con honores los restos de tan ilustre
marino e inventor. El 11 de noviembre de 1911,
los restos son exhumados y trasladados a Cartagena, donde reposan actualmente,
en el cementerio de Nuestra Señora de los Remedios, y el 1 de
noviembre de 1927 pasaron al panteón actual. El
mausoleo se construyó siendo alcalde de Cartagena Alfonso Torres y siendo
capitán general del Departamento Juan Bautista Aznar, que fue discípulo de
Peral. De la familia Peral, asistieron sus hijos Antonio y Carmen, ésta con su
hijo mayor y su sobrino Isaac. Ante él, el día 1 de noviembre de cada año, la
Armada le rinde homenaje en su condición de submarinista, y era tradición que
las dotaciones de los submarinos extranjeros que atracaran en el puerto
visitaran su tumba.
En 1915 el
Ayuntamiento de Cartagena había acordado iniciar los trámites para erigirle un
monumento, pero no llegó a prosperar, reactivándose al recibir el proyecto
ofrecido por Manuel Jorreto Madrona un año después. El 9 de junio de 1916 el
Ayuntamiento acuerda iniciar una suscripción nacional para acopiar los fondos
necesarios para su construcción, que tampoco llegó a ver la luz.
Noticia
aparecida en la revista “La Construcción Moderna”, de fecha 30 de octubre de
1916:
“Monumento a Peral en Cartagena.- En breve se
verificará en Cartagena la ceremonia de colocar la primera piedra del monumento
proyectado para honrar la memoria del ilustre marino Isaac Peral, inventor del
submarino de su nombre, hijo de aquella ciudad.
El monumento es obra del notable escultor D.
Manuel Jorreto y del reputado arquitecto D. Francisco Reynals y Toledo. En su
conjunto es sencillo y elegante. La columna que se eleva sobre el pedestal
donde descansa la figura sedente de Peral afecta la forma plástica del castillo
heráldico de Cartagena. La planta simboliza la Marina, en la silueta exacta del
ancla, cuyos tajamares se abren sobre las aguas que la rodean.
Contribuyen a su elegancia y belleza unos grupos de
nereidas y tritones, portadores de focos eléctricos y faroles. Del frente
principal orientado al mar, levántase impetuosa ola, de la que emerge la
simbólica figura del Genio, jinete en un caballo marino: grupo de gran
atrevimiento. El golpe de mar rompe contra el bastión donde descansa el sabio inventor.
Hállase éste en actitud de estudiar sus planos y escuchando los consejos de la
Inspiración, cuya grácil figura surge vaporosa de las aguas.
El frente posterior, cuyo macizo central componen
los brazos del ancla en graderías curvas, que ascienden al castillo, ostenta en
su base la figura de la Ciencia española guardando la placa conmemorativa del
primer ensayo del submarino, realizado en la bahía de Cádiz. Sobre aquella se
eleva el castillo, como colosal columna coronado por la Fama.
El inspirado escultor Sr. Jorreto y el notable
arquitecto Sr. Reynals merecen cumplida enhorabuena por su obra, que perpetuará
dignamente la memoria del ilustre marino.”
En 1929,
en la Exposición Iberoamericana, se dedicó una sala monográfica a Peral y en 1938 el
Gobierno de la República realiza una emisión de sellos para el "correo
submarino" a la isla de Menoría. En 1988,
con motivo del centenario de la botadura del submarino, se realizan nuevas
emisiones de sellos y se organiza, el mismo año, una exposición itinerante organizada
por el Ministerio de Defensa.
Su
figura se honra en Cartagena con la exposición del submarino que inventó, en el
Paseo Marítimo denominado de Alfonso XII (actualmente en dicho emplazamiento
aunque pendiente de decidir si se traslada junto al Museo Naval o dentro del
ARQUA, debido a su deficiente estado de conservación).
Además, con la placa ya
mencionada en la calle en donde nació; poniendo su nombre a la calle principal
de la ciudad, la actual calle Mayor; un instituto; un barrio, considerado en su
momento el barrio más distinguido de Cartagena, Los Molinos, cambio de
denominación producido en el año de 1889, conocida la noticia del arresto de
Peral por orden del ministro de Marina, cuando un grupo de vecinos quiso
apoyarlo y acompañarlo desde su ciudad natal poniendo el nombre "Barrio de
Peral" al grupo de calles que los reunía, solicitando la autorización al
ayuntamiento. Desde entonces, el conjunto de calles del barrio se reparte con
orgullo los nombres de Peral, sus compañeros de dotación y, por supuesto, su
invento, denominando a la calle principal Submarino, además de existir una
plaza con el nombre de su mujer. En el barrio también se añadió el 3 de junio de 1951, con motivo de cumplirse el primer centenario del nacimiento de Isaac Peral, un
busto del escultor Luis Bolarín (que había realizado en 1944), en la Plaza Sánchez Doménech, fundido en bronce en los talleres del Arsenal Militar, actualmente en
el Museo Naval. Más tarde sería sustituido por una escultura de cuerpo entero
en bronce del inventor, realizada
por el escultor Domingo Llor en 1999.
En 1986 se
inaugura el Museo Naval, con una sala especialmente dedicada a Peral. En ella
se exhiben planos del submarino, documentos y objetos personales que ya forman
parte del Patrimonio Nacional. También en esa sala se puede apreciar el busto
del cartagenero, un óleo del siglo XIX que muestra la construcción del
Submarino Peral y el retrato de Peral realizado por el Ferrán. De especial
atracción resulta el único objeto original conservado del interior del
submarino, una metopa, que se alberga en la Sala, en la que además se ha
querido recrear el despacho que tenía Peral en Madrid, allá por el año 1890.
Una celebración única se sumó en el puerto de Cartagena la noche
del 30 de octubre de 1993,
consistente en una "Naumaquia" en honor a Isaac Peral: más de mil
personas se concentraron y participaron en la composición anónima y
multitudinaria, haciendo sonar bocinas de barcos, campanas de iglesias,
tambores, cañones del ejército de tierra y fuegos artificiales.
El prototipo de Peral quedó abandonado en el Arsenal de la Carraca
en 1892. En 1914, el alcalde de
Cartagena, Miguel Tobal, pidió al Gobierno que el submarino fuera conservado y
se enviara a la ciudad, evitando así que se cumpliera una Real Orden para
desguazarlo. Pero no fue hasta el 27 de noviembre de 1929 que, remolcado por
“'El Cíclope”, el submarino llegó al Arsenal de Cartagena, la tierra donde ya
reposaban también los restos de Peral. La decisión se concretó cuando Mateo
García de los Reyes escuchó la petición de Pedro Mercader, Capitán General del
Departamento Marítimo de Cartagena, quien le hizo ver el riesgo que corría el
viejo casco, ya casi herrumbrado en La Carraca. Pedro Mercader había trabajado
con Isaac Peral en la construcción de la nave, como oficial de electricidad del
submarino.
Al llegar a Cartagena el casco quedó instalado en la explanada de
la Base de Submarinos del Arsenal, hasta que en 1965, siendo alcalde Federico
Trillo-Figueroa, la Armada lo donó a la ciudad, quedando expuesto cerca del
monumento de los Héroes de Cavite y de Cuba, frente al Gobierno Militar. Al no
haber los suficientes medios técnicos en esa época, no se podía elevar el
submarino por encima de los muros del Arsenal, por lo que hubo que
trocearlo en tres partes y sacarlo por las puertas.
Con motivo de la Exposición
Universal celebrada en Sevilla en 1992,
sale de su ubicación por un periodo superior a un año, siendo la principal
atracción del pabellón de la Región de Murcia.
El 23 de agosto de 2002 es
trasladado a su actual sitio, siendo imagen y señal de la Ciudad.
Está previsto que el primer submarino de la serie 80, con su probable botadura en marzo de 2015, se llamado "S-81. Isaac Peral".
La imagen del submarino fue variando según el paso del tiempo,
siendo, tras su limpieza y adecuación para ser expuesto al público, la
tonalidad de gris claro su color. En 1973 se lo pintó de dos colores: gris
claro arriba y azul marino abajo, en lo que sería la "obra viva", la
que queda bajo el agua en flotación. Poco más tarde, se retornó al lógico color
gris, aunque bastante oscuro; hasta que en los años 80 se le pintó de una
extraña manera, también marcando la división entre lo que queda fuera al
flotar, "obra muerta", que se coloreó de gris claro; y la parte
inferior de color rojo. Ante las protestas lógicas, se volvió a pintar de gris
oscuro antes de partir a la Exposición de Sevilla, y al retornar, en 1993, se
le retocó de un color gris muy claro. En 2002, al ser ubicado en el Paseo Marítimo, el submarino asumió
su original color gris oscuro, con su proa mirando al mar.
Las fotos que se exponen a continuación, tomadas en el año 2010, muestran el estado real de conservación del exterior e interior del submarino, el cual ha llevado a replantear muy seriamente su reubicación, como ya dijimos anteriormente.
Este traslado se realizó finalmente el día 15 de diciembre de 2012, comenzando las maniobras de alzado a las 7 de la mañana con una gran grúa de 250 toneladas, a las 9.30 fue depositado el submarino en una plataforma remolcada por un camión que lo llevó a la antigua nave de fundición del Arsenal Militar, finalizando el operativo sobre el mediodía.
En agosto de 2013 se puede observar el desarrollo de la restauración. Está prevista su exposición en septiembre de este mismo año.